Lo
que menos me gusta de echar de menos a alguien es que funciona a rachas. A días.
Por momentos. En lugares concretos. Cuando menos te lo esperas. Llega sin
avisar. Se queda un tiempo indefinido. No puedes dejar de hacerlo. Aunque lo
intentes. Duele. Quema. Pica. Desgarra. Rompe. Congela. Hiela. Arde. Arranca.
Hiere. Desquebraja. Te hunde. Te asfixia. ¿He dicho qué duele? Duele.
Mucho. Te despiertas y no sabes qué va a pasar.
Porque a veces, como dice Joaquín Sabina, hasta las suelas de mis zapatos te
echan de menos. ¿Pero
sabes qué? Se pasa, siempre se pasa, te lo prometo.